La Revolución Mexicana entró a la CDMX hace 103 años

Corría el año de 1914...

La División del Norte liderada por Francisco Villa entraba de a la Ciudad de México desfilando en alianza con el caudillo de Anenecuilco, Emiliano Zapata, y su División del Sur; hacían un total de 50 mil hombres revolucionarios.

  • Entraron por la puerta principal de Palacio Nacional para encontrarse con el entonces presidente provisional, Eulalio Gutiérrez.
  • La llegada a la capital fue símbolo de un compromiso mutuo, para el bien del pueblo mexicano.
  • Zapata se encargaría de dirigir la ofensiva contra las tropas de Carranza, que se encontraban atrincheradas en Veracruz
  • Villa se daría a la tarea de limpiar el norte de los simpatizantes carrancistas; para así poder llevar a cabo las reformas propuestas en el Plan de Ayala.

Conscientes de no dominar las artes que da la formación educativa, pero si del arte de la guerra, ambos generales estaban de acuerdo en que lo único importante era el bienestar del pueblo y ello exigía buenas leyes, que habían de procurar.

En la Plaza de la Constitución...

Los frentes de las dos divisiones se hacían presentes, las mismas tropas revolucionarias, que se sabía, no eran más que bandidos. Todo era mentira, una estrategia por el poder.

Ocupar la capital, fue el pináculo del desarrollo de la Revolución Méxicana, fue una lástima que no se supiera aprovechar lo obtenido y llevar la revolución a un final victorioso. A Zapata y Villa les faltó una alianza importante, no bastaba con ser el líder de los campesinos en Morelos y el Norte del país respectivamente, no era suficiente con ser invencibles cada cual en su región, había que unir fuerzas, la fuerza obrera.

Al mediodía del 6 de diciembre de ese año, después del encuentro entre Villa, Zapata y el presidente interino, incluso después del banquete que les fue ofrecido, los dos jefes se dirigieron al Salón Presidencial para encontrarse con el símbolo del poder que había ejercido por muchos años Porfirio Díaz, la silla presidencial.

Y entonces...

Ambos generales discutieron entre si, por quién debería sentarse en la silla, pero el ímpetu de Zapata pudo más y así en un solo "flash", Agustín Víctor Casasola, logró inmortalizar un instante que sigue presente en nuestra memoria:

El general Francisco Villa sentado en la silla presidencial, acompañado a su izquierda del jefe revolucionario del sur, Emiliano Zapata y muchos de sus caudillos, Otilio Montaño, Tomás Urbina y Rodolfo Fierro.

103 años después, la silla presidencial sigue en Palacio Nacional y Zapata y Villa en nuestro legado, llamado libertad.

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