Así funciona una fábrica de followers: NYT

Foto: Internet

Imagínate que tienes tu cuenta de Facebook o Twitter, la cual utilizas para comentar tus gustos, publicar tus fotos e interactuar con tus amigos y familiares. Sin embargo, en el mismo Twitter hay alguien con tu mismo nombre, foto y biografía, pero que promociona inversiones mobiliarias, pornografía, criptomonedas, y sigue y retuitea cuentas en Oriente Medio y Asia.

Se trata de un negocio de millones de dólares que consiste en vender seguidores en redes sociales a quienes desean ser más populares en internet. Es una especie de robo de identidad a gran escala, el cual es un delito.

Devumi, una empresa estadounidense, es un ejemplo de este tipo de negocio de venta de seguidores en redes, el cual genera millones de dólares.

Según una investigación del diario The New York Times, esta empresa cuenta con al menos 3.5 millones de cuentas automatizadas que le permitieron vender más de 200 millones de seguidores, de los cuales, al menos 55 mil usuarios son reales en Twitter, incluidos menores de edad.

En noviembre pasado, Facebook admitió que tenía al menos unos 60 millones de usuarios con cuentas automatizadas.

Bots

Este tipo de usuarios falsos son más conocidos como bots en el mundo virtual de las redes sociales y son utilizados para marcar tendencias, influenciar a las audiencias y operar dentro de debates políticos.

El comercio de seguidores falsos está prohibido por Twitter y otras plataformas, sin embargo, son muchas las empresas de internet que, como Devumi, los venden abiertamente.

  • Los seguidores falsos son un ejército que permite influir en las discusiones que se llevan a cabo en las redes sociales. El precio de un seguidor falso de Twitter, una reproducción en YouTube o en SoundCloud, o una recomendación en LinkedIn ronda apenas unos centavos de dólar.

Hay más de 200 mil clientes 

El The New York Times aseguró haber accedido a los registros que prueban que más de 200 mil clientes de la empresa Devumi -incluyendo periodistas, estrellas de reality shows, deportistas, comediantes, expositores de charlas TED, pastores y modelos- le compraron gran parte de sus seguidores.

Pero el fundador de Devumi, German Calas, consultado por el diario estadounidense, negó que vendiera seguidores falsos y dijo ignorar todo sobre el robo de identidades de usuarios reales.

Contrataron los servicios...

Para entender mejor el negocio de Devumi, los periodistas del The New York Times contrataron sus servicios. Crearon una cuenta de prueba en Twitter y pagaron 225 dólares por 25 mil seguidores, aproximadamente un centavo de dólar por cada uno. Los investigadores de diario señalan que los primeros 10 mil seguidores tenían apariencia de ser personas reales.

Los otros 15 mil seguidores eran más sospechosos: no tenían imágenes de perfil y en vez de nombres tenían una mezcla de letras, números y fragmentos de palabras.

Las cuentas falsas no sólo se utilizan para influir en los debates públicos: entre los "influencers", algunas marcas llegan a pagar hasta dos mil dólares por un solo tuit a alguien con 100 mil seguidores, mientras que alguien con un millón de seguidores podría cobrar hasta 20 mil dólares.

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