El proyecto del Vaticano contra la pederastia

Alberto Barranco, el embajador de México en el Vaticano reflexiona sobre la intención de la Santa Sede de restaurar un proyecto de enviar a México, una serie de altos prelados para recibir denuncias y evaluar la relación con casos de pederastia cometidos por sacerdotes, esto después de que la posibilidad fuera cancelada por la pandemia de COVID-19.

“De hecho, la intención original era que se abrieran las puertas de la Nunciatura Apostólica para recibir las denuncias de todo aquel que quisiera hacerlas”.

De acuerdo con Barranco, “aunque el tema pareciera haber sido marginado frente a otros temas que enfrentan a progresistas y tradicionalistas, como por ejemplo, la posibilidad de mujeres sacerdotisas, el hecho de que católicos del mismo sexo tuviera acceso a unidades de conveniencia o que los divorciados tuviera la posibilidad de la comunión, el tema no ha muerto totalmente”.

“Por ejemplo, en España, se ha revivido [el tema de la pederastia cometida por sacerdotes] con gran estruendo porque resulta que hace 10 años se hablaba de solamente 24 casos de pederastia, sin embargo, las últimas investigaciones han encontrado que son 906, con un total de mil 713 víctimas”.

El analista destaca que “aunque el Papa Francisco ha sido incisivo en el tema, no lo ha soslayado”, sino que “al contrario, ha creado un escenario punitivo en el cual se incluye no solamente al sacerdote que comete el abuso sino también aquel que lo encubre, incluido el cuerpo de los obispos”.

“Pareciera que la cascada se ha venido atenuando pero no se ha cancelado. Se podría hablar de situaciones terribles, por ejemplo, en México un sacerdote había cometido 60 casos de abuso en Puebla, y para evitar el escándalo se le envió a la diócesis de Los Ángeles y resulta que allá cometió otros 24 casos”.

El embajador opina que “pareciera que la situación no se ha terminado del todo”, al “haberse creado casas en donde los sacerdotes se retiran en un afán de tener cierta cuestión de reconciliación con la sociedad y consigo mismo”.

Alberto Barranco cuestiona si “conviene más ‘meter bajo la alfombra’ este tipo de casos o darlos a conocer para que en su momento sea profilaxis frente a futuros escenarios que afectan tanto la vida de la iglesia católica”.

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