Extorsión en México, el delito que crece en silencio y con impunidad
Javier Solórzano expone una de las realidades más alarmantes en materia de seguridad pública: la extorsión ha crecido 26% en México, mientras la impunidad rebasa el 97% en los casos que llegan a denunciarse.
“Verdaderamente nos pega en nuestra zona de equilibrio”, señala Solórzano al describir cómo una simple llamada telefónica puede alterar la estabilidad emocional de cualquier persona. Desde amenazas a familiares hasta cuotas exigidas a pequeños comercios, el delito está lejos de ser anecdótico.
El fenómeno se ha normalizado tanto que ya no sorprende que el 90% de las extorsiones no se denuncien. Las razones son claras: miedo, desconfianza en las autoridades y una burocracia insensible que rara vez ofrece soluciones.
“No juguemos a echarle la culpa a los ciudadanos”, apunta el analista. “Presentar una denuncia, la verdad, no es una alternativa en México”.
Además de las cifras duras, Solórzano ofrece una crítica a la narrativa oficial. Mientras algunos funcionarios responsabilizan a la ciudadanía por no acudir a los hospitales o no denunciar delitos, se ignoran las causas estructurales que impiden el acceso a la justicia y la atención.
“Del 100% de los delitos de extorsión que hay en la sociedad, un 70 u 80% sí se cumplen”, se advierte. La amenaza ya no es una simple intimidación: en muchos casos, el daño es real y tangible.
El periodista cierra con una advertencia y una esperanza: el Gobierno finalmente tiene el tema en su radar, pero aún falta ver si las acciones corresponden al tamaño del problema.
“De ese tamaño es el problema”, repite con énfasis. “Nos coloca contra la pared, nos deja miedo y nos atemoriza”.
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