Tras ataque de Trump, crece riesgo de respuesta de Hezbollah
La reciente decisión del presidente Donald Trump de bombardear sitios de procesamiento nuclear en Irán responde a una política sostenida por Estados Unidos desde hace décadas: evitar que países considerados hostiles accedan a armamento nuclear. En este caso, Irán fue objeto del ataque por ubicarse en el eje de las preocupaciones estratégicas de Occidente, señala Rubio.
Estados Unidos lamenta no haber detenido a tiempo el desarrollo nuclear en Corea del Norte, lo que refuerza su interés en impedir que Irán siga el mismo camino. Se reconoce que no es claro el nivel de daño causado a las instalaciones iraníes, pero la acción busca cortar el avance en esa materia. “Ningún país que no apruebe Estados Unidos debe tener armas nucleares”, se expone como una de las motivaciones clave.
Además del componente estratégico, el contexto político personal también pesó en la decisión. Trump habría visto una oportunidad de reforzar su imagen pública tras la reciente supremacía del ejército israelí en el espacio aéreo, adjudicándose parte del éxito. El conflicto entre Irán y Estados Unidos tiene raíces que se remontan a la revolución islámica de 1979, cuando cayó el Sha y emergió el régimen teocrático actual. A lo largo de los años, esa enemistad se ha sostenido por factores religiosos, geopolíticos y militares, considera nuestro analista.
El escenario posterior al ataque depende de múltiples variables. Se señala que la respuesta de Irán está sujeta a su capacidad militar actual, así como al estado operativo de sus aliados en la región, como Hamás y Hezbollah. Estos últimos, debilitados en meses recientes, podrían actuar como actores indirectos del conflicto. El riesgo de ataques terroristas en Europa, Estados Unidos, Canadá, Argentina o incluso México es una posibilidad que no se descarta, dada la historia reciente de estos grupos.
La incertidumbre sobre las consecuencias a largo plazo del ataque permanece. “Todo es demasiado pronto para determinar cuáles van a ser las consecuencias de esto”, concluye Rubio.
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[ANTES DE IRTE, LEE: Luis Rubio: la Corte mexicana ya no será un contrapeso]
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