El ruido en la Ciudad de México

| 15:36 | Pamela Cerdeira | Uno TV

Pamela Cerdeira está en Shanghai, China, donde ha descubierto que es unicidad de 20 millones de habitantes pero muy silenciosa.

Llevar varios días en Shanghai le ha permitido a la periodista Pamela Cerdeira observar una realidad que en México parece lejana: el silencio en una de las ciudades más grandes del mundo. 

“Llevo varios días en Shanghai y lo que más llama la atención de este lugar que tiene más de 20 millones de habitantes, estamos en China, es que en sus calles no hay ruido. Nada de ruido”.

Pamela Cerdeira

Aunque en Shanghai, como en cualquier metrópoli, existe tráfico y movimiento vehicular, el ambiente sonoro es radicalmente distinto al que vivimos en ciudades mexicanas.

“Hay coches, hay tráfico, pero no hay ruido”, insiste Cerdeira. La explicación más evidente es el uso masivo de coches eléctricos, cuya operación es mucho más silenciosa que la de los motores de combustión tradicionales. Sin embargo, hay algo más profundo: una cultura de respeto al espacio público que se manifiesta en la ausencia de claxonazos, gritos y demás estridencias cotidianas.

Y es que la Ciudad de México está entre las cinco ciudades más ruidosas del mundo. “En México estamos acostumbrados, muy acostumbrados, a más ruido del que la Organización Mundial de la Salud recomienda”, subraya la periodista. No es solo una cuestión de molestia momentánea: el ruido tiene consecuencias graves en la salud física y mental de las personas.

“Si vivimos lo suficiente, es altamente probable que tengamos una discapacidad auditiva”, alerta Cerdeira. Y las afectaciones no se limitan al oído: el exceso de ruido puede provocar problemas de sueño, estrés, ansiedad e incluso enfermedades cardiovasculares. “La afectación en nuestra vida por el ruido desde ahorita pega en muchos otros aspectos de la salud”.

Pamela Cerdeira

La reflexión de fondo que plantea es inevitable: ¿cómo y cuándo vamos a resolver este problema? Mientras en ciudades como Shanghai el silencio es ya una conquista de la modernidad y la planificación urbana, en México seguimos normalizando un nivel de contaminación acústica que deteriora nuestra calidad de vida día tras día.

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