Extorsión con discurso de justicia
Pamela Cerdeira dice que hay que poner mucha atención a lo que sucedió con el gobernador Alejandro Armenta en Puebla. Lo que planteó no fue una política pública, no fue una estrategia de bienestar, no fue un acto de generosidad institucional. Fue una amenaza. Una extorsión disfrazada de justicia social.
El gobernador pidió a los empresarios que “donaran” dos hectáreas de sus propiedades para construir viviendas para policías. Como los empresarios, con toda razón, se negaron a regalar su patrimonio, el gobernador respondió con un mensaje clarísimo: si no me las das, te las quito… y el doble. Porque si no se las regalaban, entonces él, en un mes, las iba a expropiar. ¿Así o más claro?
Y aunque ahora Armenta se haya echado para atrás, eso no borra el precedente. Primero dijo que las casas eran para policías, luego para madres solteras, como quien busca una causa noble que justifique el abuso. Muy al estilo de López Obrador, que cuando quiso apoderarse de los fideicomisos del Poder Judicial, usó como escudo el argumento perfecto: “que el dinero sirva al pueblo”. ¿Y quién se atrevería a discutir eso?
Pero lo grave no es solo el intento, sino lo que deja entrever: un poder sin límites, una convicción de que pueden hacer lo que quieran y que nadie los va a detener. Porque tienen el Congreso, porque están a punto de controlar al menos el 50% del Poder Judicial después de la elección. Y porque este tipo de actos, si no se denuncian y no se condenan, se normalizan.
“Con estos intentos de comportarse como reyes todos poderosos, ¿quién los va a detener?”
Pamela Cerdeira
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