Niños con hambre, sobrepeso y desnutrición: la paradoja que enferma a México

En México, la desnutrición crónica afecta a 1 de cada 8 niños y niñas en la primera infancia. Al mismo tiempo, la obesidad y el sobrepeso son un problema presente en los menores desde los 0 años de vida. De hecho, al menos uno de cada 20 niños y niñas menores de 5 años padece obesidad en el país, según cifras de la Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNESCO).
Paradójicamente, en México cada año se desperdician más de 30 toneladas de alimentos, lo que significa que dos tráileres llenos de comida van directo a la basura cada minuto. Sin embargo, este desperdicio no sólo implica un costo económico, sino también social para los mexicanos.
Pero, ¿cómo se conjugan estos tres fenómenos tan contradictorios?
Los fenómenos de desnutrición y obesidad aunque paradójicos entre sí, encuentran su origen en una mala alimentación, producto de la ausencia de una dieta suficiente, variada y nutritiva y el predominio de alimentos y bebidas procesados, con altos niveles de azúcar, grasas trans y sal, según la UNESCO.
La desnutrición, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), debe entenderse como la falta de elementos nutritivos esenciales que el cuerpo necesita, y puede manifestarse en menores que viven en inseguridad alimentaria, o bien, en niños y niñas con problemas de obesidad y sobrepeso; que en este último caso, se considera malnutrición, aseguró en entrevista para Unotv.com, Raquel Guillen Riebeling, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.
“La desnutrición son las carencias de disposición de los alimentos, y la malnutrición es el consumo de alimentos con una enorme baja de nutrientes esenciales”.
Raquel Guillen Riebeling, académica de la UNAM
“Vemos desnutriciones protéico calóricas en niños con obesidad, lo que quiere decir que hay una deficiencia de proteínas donde la masa muscular es muchísimo más baja y la masa grasa es muchísimo más alta, lo que hace que haya un retraso en el crecimiento“, dijo por su parte el doctor Luis Dorado, especialista en Nutrición Clínica.
Tanto la desnutrición como la obesidad y el sobrepeso están relacionadas con la inseguridad e insuficiencia alimentaria, producto de la gran cantidad de alimentos que se desperdician en el país, en tanto que la falta de acceso a comida de calidad impacta directamente en la salud de las personas, afectando principalmente a los niños y niñas.


Un estudio publicado en la revista “Papeles de población” detectó que el sobrepeso se asocia con la inseguridad alimentaria, ya que, señala que ante la ausencia o escasez de alimentos nutritivos en los hogares se generan dinámicas determinadas, como priorizar la alimentación de los menores siendo ellos quienes consumen la mayor parte de los alimentos disponibles, y que las necesidades de alimentación son satisfechas con productos que favorecen el tránsito al sobrepeso y la obesidad.
Sin embargo, lo mismo se puede asegurar con respecto a la desnutrición infantil que se vive en México, dijo Dorado. Y es que, ante un escenario de inseguridad alimentaria, es más probable que exista una carencia de requerimientos nutricionales de las infancias, así como una malnutrición por el consumo de alimentos no nutritivos.
¿Por qué ocurre?
De acuerdo con Dorado, la conjunción de estos tres fenómenos clínicos y sociales es considerada la “paradoja del siglo XXI”, y tiene que ver con factores que trascienden lo clínico y también responden a otros ámbitos como el socioeconómico e incluso, el político.
Uno de ellos, dijo el especialista, es la industria alimentaria, donde concluyen fenómenos como la publicidad engañosa, el neuromarketing y el consumismo, los cuales condicionan el consumo de determinados alimentos, en su mayoría ultraprocesados, carentes de nutrientes y ricos en grasas y azúcares, los cuales, agrega, ni siquiera son aprovechados en su totalidad y explicó por qué:
“Tu entras a cierto lugar de hamburguesas y ves que afuera hay [un personaje animado] enorme y eso a los niños les trae felicidad, alegría, los colores resaltan, pero que es un tipo de alimento que tiene muy pobres elementos nutricionales […], y el niño a veces se come sólo la tercera parte de eso y el resto lo terminan tirando. Todo por la misión de tener un juguete”.
Este tipo de conductas define los “patrones de conducta”, indicó la académica Guillen Riebeling. En los cuales se tiende a buscar alimentos de fácil acceso, los cuales “consisten en términos generales, en los más rendidores, de bajo costo, llenadores, sabrosos y de buen ver”.
Otros factores que influyen en esta paradoja es la desigualdad social, la practicidad buscada por la inmediatez de la vida actual y las políticas educativas, agregó Dorado.
Así afecta una mala alimentación a la salud
Si bien, por si mismas la obesidad y la desnutrición son dos enfermedades que afectan la salud de los niños, éstas no son las únicas, de hecho, son a penas la punta del iceberg, según la UNESCO.
Mariana Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología en la FES Zaragoza, explicó cada una de éstas.
Por un lado “el sobrepeso y la obesidad [infantiles] son problemas de salud que tienen una etiología multifactorial, que tienen que ver con genética, con la orientación alimentaria que hayan tenido los padres, cuidadores o tutores, porque en gran medida de ello depende lo que consumen los niños”.
Y por otro, la desnutrición durante la infancia tiene impactos negativos en el resto de la vida, como tallas bajas y desarrollo insuficiente del sistema inmunológico.
Por otra parte, la UNESCO sostuvo que el sobrepeso y la obesidad favorecen la aparición de enfermedades como la diabetes, problemas circulatorios, del corazón o de los riñones, repercusiones graves que afectan la calidad y la esperanza de vida.
Sobre esto, el doctor Dorado destaca que producto de no tener una alimentación saludable es que actualmente se hay casos de infantes con “deficiencia de micronutrimentos, principalmente vitamina A, vitamina C, vitamina D“.
Además, señaló que los niños y niñas con una mala alimentación, ya sea producto de la desnutrición o de la obesidad, que en esencia refiere a una malnutrición, puede causar “cambios en el microbioma”, lo que por consecuencia puede traer una deficiencia en las defensas y la probabilidad de situaciones neurobiológicas como son: depresión, ansiedad y estrés.
Por otra parte, Enrique Gómez Junco, presidente de la Red Bamx, aseguró que el desperdicio de alimentos, “va a tener consecuencias para toda la vida”, ya que, asegura “una persona que vive en malnutrición o que está pasando hambre es una persona que no tiene posibilidad ni de aprender ni de trabajar”.
¿Cómo saber si un niño tiene un peso saludable?
Determinar si un menor tiene un peso saludable o no, no depende únicamente del número que marca la báscula, sino de una serie de factores, asegura Lorena López Cervantes, nutrióloga especializada en obesidad y comorbilidades.
Entre los factores que deben considerarse al momento de cuidar el peso de un menor se encuentran:
- Curvas de crecimiento
- IMC ajustado por edad y sexo
- Evaluación clínica completa

Conocer este tipo de datos, los profesionales de la salud tienen la posibilidad de detectar riesgos o desviaciones en el desarrollo y determinar cuál es el peso saludable para cada niño y niña.
“Hablar de peso saludable no es hablar de dietas ni de estándares estéticos. Se trata de asegurar que niñas y niños crezcan y se desarrollen de forma adecuada para su edad y contexto. Cada cuerpo es distinto, por eso es tan importante no comparar ni estigmatizar, sino observar y acompañar”, afirmó López Cervantes.
¿Cómo cuidar el peso saludable de niñas y niños?

Especialistas en nutrición sugieren una serie de alternativas que los adultos y padres de familia pueden tomar en cuenta para cuidar el peso de los niños y niñas. Éstas son:
- Ofrecer alimentos naturales y variados
Esto implica priorizar el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, leguminosas y proteínas magras. Así como evitar los productos ultraprocesados, especialmente los altos en azúcares, grasas y sodio.
- Establecer horarios regulares de comida
Tener tiempos definidos para desayuno, comida y cena, con uno o dos refrigerios saludables entre comida, los cuales ayudan a evitar el picoteo constante y mejoran la digestión.
- Fomentar el consumo de agua natural
Limita refrescos, jugos industrializados y bebidas azucaradas. El agua debe ser la principal fuente de hidratación.
- Incentivar la actividad física diaria
Realizar al menos 60 minutos al día de juego activo o ejercicio moderado a intenso. Bailar, correr, saltar o andar en bicicleta son opciones divertidas y efectivas.
- Reducir el tiempo frente a pantallas
Hacer al menos de dos horas al día fuera del horario escolar. Es importante equilibrar entretenimiento digital con movimiento y tiempo en familia.
- Realizar chequeos periódicos con profesionales de la salud
Nutriólogos, pediatras o médicos de primer contacto pueden detectar a tiempo riesgos de salud y orientar a cada familia según su contexto.
- Hablar de salud sin culpas ni estigmas
Evitar comentarios negativos sobre el cuerpo. Promover autoestima, el respeto y hábitos sanos desde el amor, no desde el juicio.
¿Cómo terminar con la paradoja de la desnutrición, la obesidad y la inseguridad alimentaria?
Dado que tener una buena nutrición es la base del crecimiento y desarrollo de niños, niñas y adolescentes, ya que previene enfermedades y favorece un mejor estado de salud, para la UNESCO, la solución de esta paradoja radica en:
En el desarrollo de una política de salud pública integral que coordine acciones y programas, apoye los ingresos de las familias más vulnerables y acompañe el cuidado de los niños y niñas en la primera infancia.
Por su parte, Dorado, quien es especialista en nutrición, sostiene que es importante ser conscientes de que la alimentación es un derecho de los niños y que es responsabilidad de los adultos que se cumpla.
Y destacó que una solución a estos problemas son las iniciativas gubernamentales de etiquetado frontal y retiro de comida chatarra de las escuelas.
“Esto genera consciencia en el niño y no tanto en los papás y pues de esta forma se espera tener un impacto en la disminución de enfermedades como la obesidad y el sobrepeso, así como la predisposición a tener diabetes”, dijo el experto.
Valdés Moreno, por otro lado indicó que la solución a este problema tan intrincado es “encontrar los elementos comunes que permitan solventar o atenuar el impacto de esta transición que estamos viendo en los patrones alimentarios. Definitivamente es posible, pero se tiene que hacer un trabajo colaborativo a partir de los sistemas alimentarios donde todos somos parte de él”.
“En la producción, en la distribución, en el manejor, en el transporte, en el procesamiento, en la comercialización, en la normatividad, en la legislación en torno a la alimentación, todos absolutamente todos somo parte de los sistemas alimentarios”.
Mariana Valdés Moreno, académica de la FES Zaragoza UNAM
E hizo un llamado a “reconsiderar los alimentos que estamos consumiento contidianamente. Detenernos un poco a reflexionar sobre el impacto que esas decisiones sobre los alimentos que consumimos tienen en nuestra salud, en el ambiente, en este momento y en el largo plazo también”.
¿Qué dicen los números y por qué?
Obesidad y sobrepeso
1 de cada 20 niñas y niños menores de 5 años y 1 de cada 3 entre los 6 y 19 años padece sobrepeso u obesidad. Esto coloca a México entre los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial, problema que se presenta más a menudo en los estados del norte y en comunidades urbanas.


Desnutrición/malnutrición
1 de cada 8 niñas y niños menores de 5 años padece desnutrición crónica. La desnutrición se presenta principalmente en los estados del sur de México y en las comunidades rurales más que en las urbanas; los más afectados son los hogares indígenas.


Desperdicio de alimentos/inseguridad alimentaria
En México, 44 millones de personas viven en inseguridad alimentaria; esto quiere decir que casi el 30% de los mexicanos se van a dormir con hambre. Cada año, se desperdician más de 30 toneladas de alimentos en buen estado; esto significa que dos tráileres llenos de comida se van a la basura cada minuto.






