La tecnología con la que se blindará el próximo cónclave papal

| 10:03 | Eduardo Ayala | Agencias
El Vaticano eligirá al nuevo Papa en medio de un despliegue tecnológico que busca garantizar el secreto.
Se eligirá al nuevo Papa en medio de un despliegue de seguridad. Foto: AFP

El Vaticano se prepara para elegir al sucesor del Papa Francisco en medio de un despliegue tecnológico sin precedentes que busca garantizar el secreto, la seguridad y la integridad del proceso.

A casi 20 años de que se prohibieran por primera vez los teléfonos celulares durante un cónclave, la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica se enfrenta a un panorama muy distinto, ya que esta vez, estará marcado por una sofisticada operación de blindaje tecnológico.

Con el inicio del periodo de “sede vacante”, la liturgia que marca el fin de un pontificado da paso al complejo protocolo que conducirá a la designación del nuevo papa. 

Aproximadamente 20 días después del fallecimiento del pontífice, los cardenales de todo el mundo se reunirán en la Ciudad del Vaticano para votar. Mientras tanto, las autoridades vaticanas ya están en marcha con una misión doble: resguardar a los participantes y garantizar el secreto absoluto del proceso.

A diferencia de elecciones pasadas, el cónclave de 2025 se enfrenta a un escenario global de permanente conectividad. La vigilancia no solo proviene de los periodistas, sino también de redes sociales, inteligencia artificial, satélites y drones. Por ello, el Vaticano ha optado por convertir el recinto del cónclave en un auténtico búnker digital.

Una de las principales herramientas será el uso de inhibidores de señal, dispositivos que bloquean la posibilidad de que cualquier aparato electrónico pueda comunicarse vía radiofrecuencia. De esta forma, incluso si alguien lograra introducir un micrófono o celular, no podría transmitir información al exterior.

Además, las inspecciones serán exhaustivas: el edificio será revisado durante varios días en busca de cámaras o dispositivos espía, cada asistente será revisado, y los cardenales serán registrados dos veces antes de ingresar. La posibilidad de una filtración digital, aseguran las autoridades, es prácticamente nula.

Tecnología militar y vigilancia extrema

La Ciudad del Vaticano, con apenas 0.44 kilómetros cuadrados de extensión, está fuertemente custodiada. Hasta 2018 se contabilizaban más de 650 cámaras de vigilancia en sus calles, todas conectadas a un centro de mando subterráneo. A esto se suman dos cuerpos clave: el Cuerpo de Gendarmería, que opera como una policía convencional, y la Guardia Suiza Pontificia, que, pese a su indumentaria ceremonial, es una fuerza militar altamente entrenada y equipada con armamento pesado.

Se prevé que para este cónclave se integren tecnologías adicionales como IA para el reconocimiento facial y análisis de movimientos, satélites militares para monitoreo aéreo, y estrategias de combate contra la infodemia, en un entorno donde los rumores y desinformación pueden surgir y viralizarse en cuestión de segundos.

La solución más simple contra los satélites

Uno de los desafíos más curiosos lo representan los satélites de alta resolución y los drones. Hoy, una cámara en órbita puede captar el rostro de una persona en tierra, mientras que los algoritmos pueden incluso interpretar movimientos de labios. La solución del Vaticano ha sido simple y efectiva: cerrar puertas, sellar ventanas y colocar películas opacas que impidan cualquier visión desde el exterior.

Durante las sesiones, los cardenales no podrán acercarse a las ventanas, y cualquier contacto con el mundo exterior estará terminantemente prohibido bajo penas de excomunión.

Aunque las autoridades han evitado revelar los detalles específicos de su dispositivo de seguridad, la experiencia acumulada desde la elección de Jorge Mario Bergoglio en 2013 garantiza un protocolo riguroso. Esta vez, sin embargo, el desafío no es solo proteger a las personas, sino blindar la información en un mundo donde todo parece filtrarse.

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