Ciencia que emociona: equipo del IPN transforma residuos en platos amigables con el ambiente
En los laboratorios del Instituto Politécnico Nacional (IPN), la cáscara de un melón, una papaya o una piña ya no es solo un desecho: es parte de una alternativa ecológica que busca transformar residuos agroindustriales en platos totalmente biodegradables y amigables con el ambiente.
El proyecto, desarrollado en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), y encabezado por el doctor Elier Ekberg Neri Torres, aprovecha distintos residuos vegetales como materia prima. Entre ellos se encuentran:
- Cáscaras de melón
- Cáscaras de papaya
- Cáscaras de piña
- Cáscaras de mango
- Cáscaras de plátano
- Cáscaras de aguacate
- Restos de verduras y hortalizas
¿Qué se sabe del proyecto del IPN que transforma residuos en platos?
El proyecto, amigable con el medio ambiente, es un trabajo posdoctoral que combina ciencia, innovación y conciencia ecológica, con una doble contribución: reducir el impacto ambiental de estos desechos y generar productos inocuos que fortalezcan la economía circular.
Especialista en recuperación de pérdidas y desperdicio de alimentos, Neri Torres explicó que el objetivo final es obtener utensilios que se degraden en muy poco tiempo. Advirtió que actualmente muchos productos plásticos se comercializan como biodegradables sin serlo al 100%, lo que genera una falsa percepción de sustentabilidad.
Para avanzar en la creación de estos platos biodegradables, el proyecto sigue un proceso definido que inicia en la propia comunidad politécnica. En la cafetería escolar se recolectan diariamente los residuos vegetales, que luego se someten a distintas etapas de secado:
- Secado con energía solar
- Secado en estufas especiales
- Secado en hornos de convección
A partir de este material seco, el equipo trabaja en la formulación de los biocompuestos que darán forma a los futuros utensilios. Aunque la meta es fabricar platos de uso inmediato, se analiza también la incorporación de agentes antimicrobianos naturales para prolongar su vida en anaquel sin generar contaminantes.
Los trabajos tienen un avance del 75%, por lo que los primeros prototipos podrían estar listos en un periodo de seis a 12 meses. Antes de su liberación, los platos deberán pasar por:
- Pruebas microbiológicas
- Pruebas de inocuidad
- Escalamiento del proceso en un reactor de mayor capacidad
Además, están en proceso de publicación dos artículos científicos y se prevé buscar la protección intelectual de la tecnología desarrollada.
El equipo de trabajo está integrado por especialistas y jóvenes talentos politécnicos:
- Doctor Elier Ekberg Neri Torres, líder del proyecto en la ENCB
- Doctora Selene Montserrat García Solares, del Centro Mexicano para la Producción más Limpia (CMP+L) del IPN
- Pasante de Ingeniería Bioquímica Elsa Sandoval Santamaría
- Estudiante de Ingeniería en Sistemas Ambientales Ivonne Gutiérrez Sánchez
La investigación se sustenta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y contempla su posible implementación en el Estado de México, donde se generan cerca de 18 mil toneladas anuales de residuos agroindustriales, un recurso valioso para impulsar la producción de platos biodegradables.
Para los investigadores, dar una segunda vida a los desechos es un paso esencial hacia la reducción de la huella de carbono y la aplicación de los principios de la química verde. Como señaló el doctor Neri Torres, no se puede pedir a la gente que se coma la cáscara de ciertos vegetales, pero sí es posible convertirla en productos útiles.
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