Tlatolophus galorum, descubren nueva especie de dinosaurio mexicano

Hace más de 72 millones de años, un dinosaurio herbívoro murió en lo que debió ser un cuerpo de agua copioso en sedimentos. Ahora paleontólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) pudieron determinar que se trata de una nueva especie, el Tlatolophus galorum.

Tlatolophus galorum. | Foto: UNAM.

Se trata de un dinosaurio herbívoro de gran tamaño, cuya principal característica es una cresta alargada y grande en la parte superior del cráneo. Es el primer parasaurolofino reportado en México, pues antes este género de dinosaurio sólo se había encontrado en Canadá y Estados Unidos.

De acuerdo con lo indagado, el singular dinosaurio mexicano vivió hace entre 72 y 73 millones de años en las tierras que hoy son Coahuila, donde se encontró sepultado entre tierra y rocas, en bastante buen estado de preservación como para describirlo adecuadamente.

Publicado en la revista científica Cretaceous Research, este hallazgo deriva de un proyecto multidisciplinario, con la participación de la Secretaría de Cultura, a través del INAH, que en 2013 anunció la recuperación exitosa de la cola articulada de un dinosaurio en el Ejido Guadalupe Alamitos, municipio de General Cepeda, en Coahuila.

“La prioridad inicial fue rescatar rigurosamente la osamenta, dado que algunas vértebras sobresalían de la superficie y estaban expuestas a la lluvia y la erosión, las pistas estaban dadas”, cuentan Felisa Aguilar Arellano, investigadora del Centro INAH Coahuila, y Ángel Alejandro Ramírez Velasco, doctorante en el Instituto de Geología de la UNAM.

Parte de los restos encontrados. | Foto: UNAM.

Junto con los investigadores René Hernández Rivera y Jesús Alvarado Ortega, Ramírez Velasco estuvo desde aquel año estudiando y limpiando los huesos, hasta completar 80% del cuerpo del animal.

A partir de 2019 realizó una limpieza más fina, lo que facilitó tener información de la anatomía del dinosaurio, así como confirmar la presencia de la cresta que sobresalía de la parte posterior del cráneo.

“Obtener la cabeza del fósil fue un tiro de gracia. Siempre es asombroso saber qué te va a permitir el fósil, qué tanta información te va a enseñar, porque todo depende del modo de preservación de la pieza”.

Ángel Alejandro Ramírez Velasco, Instituto de Geología de la UNAM.

Otras partes obtenidas con el cráneo y la cresta fueron las mandíbulas inferiores y superiores, el paladar y un segmento llamado neurocráneo, dentro del cual estaba el cerebro del animal.

Los estudios de Ramírez Velasco y sus colegas mostraron que la cresta y la nariz del dinosaurio mexicano eran distintas a una especie conocida como Velafrons coahuilensis y más parecida a la del género de los parasaurolofinos.

Los investigadores lo bautizaron como Tlatolophus galorum, lo que se puede traducir del náhuatl y el griego como “cresta palabra”, debido a la peculiar forma de la parte superior de su cráneo.

Ramírez Velasco explicó que el nombre rinde homenaje a la vírgula, símbolo utilizado por los pueblos mesoamericanos para representar la comunicación, y también hace referencia a esa función comunicativa de un tipo de dinosaurios con cresta que, al tener numerosas conexiones con la tráquea y la nariz, emitían un sonido parecido al de una trompeta.

“Sabemos que algunos crestados tenían la capacidad de recibir sonidos de baja frecuencia, por lo que debieron ser platicadores. Algunos paleontólogos teorizan que emitían sonidos fuertes para asustar a los carnívoros o con fines de reproducción, lo que sugiere que las crestas lucían colores vistosos”, dijo el experto.

Cabe destacar que la cola articulada del Tlatolophus galorum se exhibe en la cabecera municipal de General Cepeda, donde se habilitó un espacio en el que los habitantes del municipio y visitantes pueden conocer los vestigios de este antiguo habitante de la Tierra.

“Este fósil, que continúa bajo investigación, es un caso excepcional en la paleontología mexicana, ya que tuvieron que ocurrir sucesos altamente favorables desde hace millones de años, cuando Coahuila era una región tropical”, subraya la paleontóloga Felisa Aguilar.

Mientras que el experto de la UNAM, señaló que “en México hubo dinosaurios y seguramente hay más especies que ésta y muchas más por descubrir”, por lo que se espera que este hallazgo sea un aliciente para que otras generaciones continúen trabajando en territorio nacional”.

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