“¡Ay, mis hijos!”: los testimonios de La Llorona en México y qué dice la UNAM

La leyenda de La Llorona continúa vigente en México, especialmente en zonas como Xochimilco, donde habitantes aseguran haber escuchado lamentos provenientes del agua durante la noche.
Aunque no existe evidencia comprobable de su existencia, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señalan que su presencia en el imaginario colectivo responde a elementos culturales profundamente arraigados.
“Se oyen gritos muy feos”: habitantes de Xochimilco, aseguran haber escuchado a la Llorona
En la zona lacustre del sur de la Ciudad de México, los relatos sobre una figura femenina vestida de blanco son recurrentes. Misael, habitante de Xochimilco, sostiene que los lamentos son audibles durante la madrugada:
“Se oyen gritos muy feos y dicen que cuando se escucha lejos es porque está cerca; los perros lloran como si estuvieran asustados”.
Misael, habitante de Xochimilco
Así como el testimonio de Misael, existen cientos de historias como esta que se repiten en distintas regiones del país y contribuyen a que el mito se mantenga activo a través de la tradición oral.

Más allá del mito, ¿qué es la Llorona para los mexicanos?
De acuerdo con la antropóloga Angélica Galicia Gordillo, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, La Llorona es resultado de un proceso histórico que combina creencias indígenas y elementos europeos. Antes de la llegada de los españoles existían los cihuateteo, espíritus de mujeres fallecidas en el parto que lloraban por sus hijos y estaban asociados con el agua y la muerte.
- Durante el periodo virreinal, la figura adquirió una dimensión moral y religiosa: una mujer que, tras asesinar a sus hijos, queda condenada a buscarlos eternamente.
Galicia Gordillo señaló que La Llorona sintetiza conceptos vinculados a la fertilidad, el temor y la culpa, elementos que han permitido que la leyenda se adapte a distintas generaciones y contextos sociales.
La investigadora explicó que este tipo de relatos funcionan como mecanismos de control y cohesión comunitaria. La Llorona suele aparecer en historias donde hay consumo de alcohol, infidelidad o salidas nocturnas, y opera como advertencia para reducir conductas consideradas riesgosas o inapropiadas.
La misma pero en diferente presentación: variantes regionales de la Llorona
Aunque su asociación más fuerte se ubica en México, versiones similares se registran desde Guatemala hasta Costa Rica. En el valle del Mezquital, su figura se relaciona con la escasez de agua: si un niño comparte comida con ella, recibe agua a cambio, reforzando así la importancia del recurso en la vida comunitaria.
Especialistas apuntaron que la leyenda permanece porque sigue cumpliendo funciones simbólicas y sociales: expresa miedos contemporáneos y refuerza una memoria común. Mientras la oralidad continúe transmitiéndola, la figura de La Llorona seguirá presente en el imaginario popular.
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