¿Quién es el “Padre pistolas”, que amenazó a la gobernadora de Guanajuato?
El sacerdote católico Alfredo Gallegos Lara, mejor conocido como “Padre pistolas”, originario de Michoacán, generó controversia tras amenazar verbalmente a Libia Dennise García Muñoz Ledo, gobernadora de Guanajuato, durante una homilía el 2 de noviembre de 2025.
En la celebración religiosa, el sacerdote criticó el proyecto del Acueducto Solís‑León y acusó a la mandataria de planear perjudicar a la comunidad. El hecho, que se volvió viral, ha sido compartido en cuentas de redes sociales, como en la de X de Josué Aguilar, donde se pueden escuchar las amenazas del clérigo:
“Esa… gobernadora quiere matarnos de hambre… ya dije, si insiste, nos levantamos en armas. Yo le voy a partir su… a ella…”.
La declaración causó reacciones institucionales: la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) condenó el lenguaje violento y señaló que “Después de los inapropiados comentarios de un sacerdote hacia una gobernadora, la Iglesia reafirma su compromiso con el respeto, la dignidad y la paz”.
El “Padre pistolas”
Aunque no se ha hecho pública una biografía oficial, se sabe que Alfredo Gallegos Lara funge como párroco en un pueblo de Michoacán, donde adoptó el apodo de “Padre pistolas”, posiblemente por su discurso combativo, la atención mediática que genera y porque anda armado.
El origen de la declaración se vincula al rechazo al proyecto hidráulico del acueducto Solís-León, que abastecería a la zona del Bajío, y que comunidades locales y el sacerdote denuncian como una amenaza a su subsistencia.
Reacción de la gobernadora
La gobernadora Libia Dennise García expresó que condena cualquier tipo de violencia política contra mujeres, e indicó que no perdería su tiempo en denunciar al sacerdote. Por su parte, distintos personajes políticos emitieron pronunciamientos de apoyo y llamaron a sancionar estas acciones como violencia política de género.
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El incidente recalca tensiones entre figuras religiosas y autoridades civiles en el contexto de grandes proyectos de infraestructura y denuncia social. También pone en evidencia el uso de discursos agresivos desde el púlpito hacia actores políticos y el riesgo de normalizar la violencia verbal como instrumento de presión.
