En su laboratorio en pleno desierto Líbico, el ingeniero egipcio Ahmed Abu al Seoud agarra un escorpión por la cola y le aplica una descarga eléctrica para obtener una gota de su veneno, con prometedoras propiedades farmacológicas.
El “Reino del Escorpión”, su empresa, rodeada de palmeras y dunas ocres, se encuentra en el oasis de Dajla, a unos 800 km al suroeste de El Cairo.
En el sitio están miles de escorpiones almacenados vivos en bandejas de colores colocadas en baldas, los cuáles son utilizados para extraer su veneno.
“Estaba viendo en internet cuando encontré por casualidad que el veneno de los escorpiones es de los más caros y decidí aprovechar el entorno desértico”, cuenta el empresario.
Veneno de escorpión usado experimentalmente
La potente toxina que contiene el veneno de escorpión, resultado de cientos de millones de años de evolución natural, es objeto de muchos estudios científicos.
“Las decenas de moléculas bioactivas procedentes del veneno del escorpión poseen propiedades farmacológicas prometedoras”, según una nota de la publicación Biomedicines de mayo pasado.
Los laboratorios estudian sus potenciales efectos antimicrobianos, inmunodepresores y anticancerígenos, entre otros, con la esperanza de poder transformarlos algún día en medicamentos.
Aunque existen cuatro o cinco tipos de escorpiones en el desierto egipcio, el más común es el “Leiurus quinquestriatus”, cuyo veneno está compuesto por 45 elementos, lo que le hace raro y caro.
“Su veneno se vende a unos 7 mil dólares el gramo”, según Abu al Seoud.
El ingeniero explica que un escorpión solo secreta alrededor de medio miligramo de veneno cada 20 o 30 días. Por lo que para producir un gramo de veneno, cuya calidad reposa en el grado de “pureza”, se necesitan entre 3 mil y 3 mil 500 escorpiones.
Consciente del potencial de este producto, Abu al Seoud espera llegar con el tiempo al mercado europeo y a sus grupos farmacéuticos.
Producto de calidad
Pero Abu al Seoud basa sus esperanzas en los escorpiones y quiere que Egipto tenga una “buena imagen gracias a un producto de calidad, estudiado científicamente, enmarcado en la ley y autorizado para la exportación”.
Nahla Abdel Hamid, una farmacéutica que ya tiene 25 años, asegura que para “no perturbar el equilibrio ecológico”, los habitantes de los pueblos vecinos participan en la caza de los arácnidos, solo en las zonas habitadas.
Abu al Seoud, que participa también en la actividad, forma a una o dos personas por pueblo y los equipa con guantes, pinzas, zapatos adaptados, chalecos fluorescentes y sueros antiveneno.
- Los “cazadores” ganan hasta 10 centavos de dólar por escorpión capturado y se clasifican “en función de la zona donde han sido encontrados y el tipo”.
Aunque estos animales pueden permanecer sin comer durante mucho tiempo, les ofrecen un “marco favorable”, proporcionándoles, hasta dos veces por mes, alimentos “proteínicos”, como cucarachas y gusanos.