Cambian juguetes por armas: casos de menores asesinos

El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, presuntamente a manos de un adolescente que murió abatido en el lugar, volvió a exponer un fenómeno creciente: el uso de menores como sicarios. En 2025, al menos dos casos han conmocionado a la opinión pública por la edad de los involucrados y la brutalidad de los crímenes.

Las cifras muestran que no se trata de hechos aislados. La Oficina de Asuntos Laborales Internacionales de EE. UU. estima que unos 30 mil niños han sido reclutados por organizaciones criminales en México, mientras que organismos civiles advierten que 200 mil menores viven en riesgo directo.

Víctor Manuel, el asesino de Carlos Manzo (2025)

El 1 de noviembre de 2025, durante una celebración de Día de Muertos, el alcalde de Uruapan fue asesinado por un joven de 17 años, identificado como Víctor Manuel Ubaldo Vidales, originario de Paracho, Michoacán.

La Fiscalía informó que el menor había desaparecido de su domicilio una semana antes del ataque. Sus familiares confirmaron que padecía adicción a las anfetaminas, un elemento mencionado previamente en conferencias de seguridad. El atacante murió abatido por fuerzas municipales.

Derek Jair, el “Niño sicario” de Tabasco (2025)

El 13 de octubre, elementos de la Marina detuvieron en Paraíso a Derek Jair “N”, de 14 años, conocido como el “Niño Sicario” o “Niño Piedra”.

Intentó accionar una subametralladora Uzi calibre 9 mm, pero el arma se atascó. En su mochila, autoridades encontraron dosis de marihuana, cristal, mensajes amenazantes y en su teléfono videos de secuestros y homicidios. El caso expuso la presencia de células juveniles que operan como brazos armados locales.

El “Chapito”, niño sicario de 14 años (2023)

En 2023, un adolescente de 14 años, apodado “El Chapito”, fue detenido por el asesinato de ocho personas durante un cumpleaños, en un ataque presuntamente vinculado al CJNG, en Chimalhuacán.

Hombres armados en motocicletas abrieron fuego contra una familia. Junto al menor fue arrestado un adulto, mientras otros siete integrantes de la célula fueron detenidos por delitos de drogas.

Francisco Miguel, ligado a 30 asesinatos en Sinaloa (2012)

En 2012, Francisco Miguel “N”, alias “El Patojo”, “El Mike” o “El Niño”, fue detenido en Culiacán. Tenía 16 años y afirmó trabajar para Los Mazatlecos.

Portaba una pistola y 30 dosis de cristal. Las autoridades lo vincularon con al menos 30 asesinatos en Sinaloa y Baja California.

“El Ponchis”, el primer niño sicario documentado (2010)

Detenido en 2010 con 14 años, Edgar Jiménez Lugo, “El Ponchis”, confesó haber sido secuestrado a los 11 y obligado a trabajar para el Cártel del Pacífico Sur.

Dijo haber participado en cuatro decapitaciones y haber sido drogado para cometer los crímenes. Su caso marcó un precedente internacional.

Manipulación de identidad: Caso del asesino de David Cohen (2025)

El 13 de octubre, el abogado David Cohen Sacal fue asesinado en la Ciudad de México. Uno de los agresores, Héctor “N”, quien declaró que había sido contactado por el jefe de una celula delictiva en Tepito para su primer “jale”, afirmó a las autoridades ser menor de edad para evitar penas mayores, pero la Fiscalía comprobó que tenía 18 años.

El caso abrió el debate sobre la manipulación de identidad entre jóvenes sicarios.

No solo varones: la historia de Sol

En mayo de 2025, Reuters documentó el caso de Sol, una adolescente cuyo recorrido dentro del crimen organizado exhibe el nivel de vulnerabilidad con el que operan los grupos criminales. A los 9 años, la menor ya era adicta a las anfetaminas y a los 11 fue reclutada para labores de vigilancia de un cártel.

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A los 12 años cometió su primer asesinato, un encargo que incluyó secuestro y tortura, antes de resultar detenida a los 16 años, había escalado en la organización que la reclutó.

De acuerdo con el reporte de la agencia, al cártel le gustaba su entusiasmo infantil por aprender nuevas habilidades, su lealtad incondicional y, quizás lo más importante, su condición de menor de edad, lo que podría descifrar por qué los cárteles reclutan niñas, niños y adolescentes.

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