Ichi Hatano es tatuador en Tokio, pero, desde la pandemia, su clientela, a menudo extranjera, se redujo. Así que cuando oyó hablar de la explosión del mercado del arte digital gracias a la tecnología “blockchain” (cadena de bloques), decidió lanzarse.
“Es genial para un artista tener un nuevo mercado que se abre, eso crea muchas posibilidades”, dice Ichi Hatano, de 44 años, en su estrecho salón de tatuajes tapizado con sus motivos predilectos, criaturas del folclore japonés.
Pasar de la piel humana al arte desmaterializado no lo perturba.
“Mi trabajo es el mismo, mi proceso creativo también”, comenta dibujando una “Hannya”, el fantasma risueño de una mujer vengativa en los cuentos japoneses, con la ayuda de un lápiz en su tableta táctil.
Ichi Hatano nunca vendió una obra virtual, pero dice “sentir” el potencial de este mercado mientras presenta cinco obras de esta categoría en la exposición “CripTokio”, que acaba de abrir en una galería del moderno barrio tokiota de Harajuku.
“Es la primera exposición de criptoarte jamás montada en Tokio”, afirma su curador de 27 años, Sascha Bailey, director general de Blockchain Art Exchange (BAE), plataforma de venta en línea especializada en este segmento.
La “blockchain”, una tecnología descentralizada y segura de almacenamiento y transmisión de información, presente en el corazón de criptomonedas como el bitcoin, hizo estallar el mercado mundial del arte digital en los últimos meses.
Porque al estar asociada con “NFT” (ficha criptográfica), certificados de propiedad basados en la “blockchain”, cualquier creación virtual puede ahora fácilmente ser objeto de transacciones comerciales.
Criptoarte ayuda a los artistas más modestos
Las casas de subastas más grandes del mundo se pusieron en marcha y, en marzo, el estadounidense Mike Winkelmann, alias Beeple, se convirtió en uno de los tres artistas vivos más cotizados del mundo, ya que una de sus obras digitales NFT se vendió a 69.3 millones de dólares.
“Creo que Beeple fue una excepción, pero tal vez esto mostró al mundo del arte de consumo que este nuevo segmento es competitivo”, destaca Sascha Bailey.
“Para mí, el criptoarte es más poderoso y significativo cuando ayuda a artistas más modestos“, afirma.
En CripTokio, los precios de venta de las obras, fijados previamente, van de algunos centenares a entre 40 mil y 50 mil dólares.